miércoles, 22 de febrero de 2017

Ilustrando cuentos

Una de las actividades de fomento de la lectura que llevamos a cabo en el cole es la de inventar cuentos e ilustrarlos. Es maravilloso ver cómo la imaginación de nuestros alumnos funciona y consigue que hagan creaciones tan bonitas como las que hoy os vamos a mostrar (en este caso con un poco de ayuda de la tutora)
Todo surgió cuando nos llegó la convocatoria de un concurso en el que el maestro o maestra tenía que inventar un cuento relacionado con el medio ambiente y el reciclaje y los alumnos tenían que ilustrarlo. Decidimos que era una buena actividad que podíamos llevar a cabo en aula y así contribuir al fomento de la lectura de otra forma diferente.
Una vez creado el cuento (gracias a que las musas aparecieron en el momento perfecto) lo leímos en clase y a los niños les gustó.
Días más tarde se procedió de nuevo a su lectura en voz alta para poder imaginar las ilustraciones que acompañarían al texto (tres como máximo)
Desde el mes de enero hasta hoy hemos estado trabajando en el cuento y sus ilustraciones y este es el resultado. Esperamos que os guste.

ECO Y LOS VIENTOS

Esta historia que te cuento sucedió hace mucho tiempo,
en una aldea asturiana rodeada de montañas.
Esta aldea, entre montañas, de verdes campos disfrutaba.
Los pájaros que allí residían, piaban lo bien que vivían.
Los peces del río, que este lugar bañaba,
nadaban y saltaban en las aguas más limpias y claras.
Que esta aldea existía, nadie lo sabía;
que un niño allí moraba, todos lo ignoraban.
Eco era su nombre.

Eco tenía una amistad especial
¡con los vientos solía jugar!
El Viento del Norte
era bueno en el deporte,
el Viento del Sur
soplaba para hacer surf,
el del Oeste y el del Este jugaban a ser el más fuerte.
Con Eco jugaban
a ver quién la basura más lejos lanzaba.
Todas las tardes, al meterse el sol,
basura tiraban sin ningún control.

Pasaban los días, pasaban semanas
y tirando basura ¡qué bien lo pasaban!

Una mañana Viento del Norte
contó a sus amigos lo visto en el horizonte:
de las tierras lejanas, de las que venía
una oscuridad, todo lo cubría
Pasaban los días, pasaban semanas
y tirando basura ¡qué bien lo pasaban!

 Una tarde, mientras jugaban,
Viento del Sur, así comentaba:
-de allá de donde procedo,
algo singular está sucediendo;
cuenta y dice la gente
que les invade algo negro y maloliente-.

Pasaban los días, pasaban semanas
y tirando basura ¡qué bien lo pasaban!

-Me dicen, me cuenta la gente-,
habló Viento del Este,
-que algo va mal,
que toda la costa huele fatal-
Pasaban los días, pasaban semanas
y tirando basura ¡qué bien lo pasaban!

Pero un día sucedió
que Viento del Oeste a la cita llegó,
estaba triste y a tirar basura no jugó.
Sus amigos, extrañados, enseguida preguntaron:
- ¿Estás bien?-
- ¿Por qué no juegas? -
- Toma, ¡tira esta botella! –
Viento del Oeste respondió:
-Lo que he visto es un horror,
esa cosa negra es lo peor.
Las plantas se marchitan,
los pájaros no cantan,
los peces se han ido
y ya no se oyen ruidos -.

Eco propuso a esa cosa investigar,
los cuatro vientos ayudarían,
por el mundo viajarían
y lo que vieran contarían.

Pasaron los días,
pasaron semanas y los cuatro vientos
algo horrible descubrieron.
Ese juego al que jugaban,
con el que tan bien lo pasaban
era el origen de aquello tan horrible
¡cómo era posible!

Los vientos, a Eco visitaron
y del descubrimiento, rápido, le informaron.
Eco, aterrorizado, en una solución pensó,
pero por más que pensaba
la solución no encontraba.

Entonces recordó a alguien de su pasado,
a alguien que conoció
y al que siempre recordó.
Ese alguien era sabio, casi todo lo sabía,
seguro que, en su mente, un remedio encontraría.
Pidió a uno de los vientos
que le llevara a ver al maestro,
aquel que antaño le enseñaba
y multitud de historias contaba.
Mucho de lo que Eco conocía,
al maestro se lo debía,
así que sin dudarlo
a su encuentro fue volando.
En su viaje por el aire
Eco quedó desolado,
todo aquello que veía
estaba destrozado.

Cuando a casa del maestro, el niño hubo llegado
se encontró a un hombre apenado
y un tanto enojado.
Entonces le contó
todo lo que había visto,
desolación y destrucción,
el maestro interrumpió – ¡eso es CONTAMINACIÓN!-
- La basura que generamos no la podemos tirar
ni a los campos, ni a los ríos, ni a la tierra, ni a la mar.
Somos humanos y la Tierra tenemos que cuidar,
su salud estamos ajando, no la sabemos tratar -
Al oír aquellas palabras Eco comenzó a llorar,
de aquella cosa era el culpable, ¡lo quería solucionar!
Al ver su desconsuelo el maestro le intentó calmar:
Tienes de amigos a los vientos, ellos te pueden ayudar.
La solución tiene un nombre y ese nombre es RECICLAR

Eco marchó contento con una gran solución.
Una vez en su aldea a sus amigos detalló
un gran plan que había ideado para eliminar la contaminación.
-¿A qué jugaremos ahora? ¿cuál será la diversión?-
los cuatro vientos preguntaron y Eco respondió:
-ayudemos al planeta,
esa será nuestra nueva misión.
Coloquemos la basura
¡será nuestra nueva aventura!


Decidieron qué residuos
podían colocar,
las bolsas, envases y latas
en un contenedor
de amarillo color.
En uno en tono azul, papeles y cartones
todos a montones.
También habrá uno verde para el vidrio
¡Será divertido!

Pasaban los días,
pasaban las semanas
y de aquella cosa negra ya nada quedaba.

En esa aldea entre montañas, de verdes campos Eco disfrutaba.
Los pájaros que allí residían,
piaban lo bien que vivían.
Los peces del río, que este lugar bañaba,
nadaban y saltaban en las aguas más limpias y claras.
Eco jugaba, corría, saltaba y...
¡ya no ensuciaba!



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